El Lenguaje de la Felicidad

Este artículo nace de un documental llamado “The Grammar of Happiness” , basado en la experiencia de Daniel Everett con una tribu del Amazonas en Brasil llamada los Pira-ha. Everett llegó inicialmente como un misionero cristiano, y no fue capaz de convertir a ningún Pira-ha, lo que lo llevó a cuestionarse toda su visión del mundo y su fe. Vivió varios años con ellos y aprendió su lenguaje, lo que es toda una hazaña porque casi nadie externo a la tribu había tenido éxito en aprender y comprender el lenguaje de los Pira’ha. Es un habla con una estructura y una gramática muy diferente a los lenguajes que conocemos. Es un lenguaje que está construido fundamentalmente con sentencias de tiempo presente, descriptivas. Hablan sólo de lo que forma parte de su experiencia inmediata.

Además, resulta que la gente de esta tribu parece bastante feliz la mayoría del tiempo. Es decir, sonríen y se ríen por más tiempo en promedio que el resto de los seres humanos que actualmente habitan la tierra.

Sabemos que el tener la atención en el momento presente está muy relacionado con el nivel de felicidad (bienestar subjetivo) de una persona. (VIDEO y ARTÍCULO sobre la relación entre felicidad y consciencia al momento presente)

Los Pira’ha hablan un lenguaje que se adapta muy bien a las necesidades de supervivencia de su día a día. Es una lengua que no tiene estructuras complejas para armar relatos del pasado, escenarios de posibles futuros o explicaciones y argumentos complejos, y tampoco tiene números. Al mismo tiempo resultan ser personas muy felices. Esto podría ser más que una mera coincidencia.

Por otra parte, nuestro lenguaje sí tiene la capacidad de relatos y elaborar fantasías sobre el pasado y el futuro, lo cual cumple un propósito; no es algo malo. No obstante, esta misma cualidad de nuestro lenguaje puede causar tormento mental cuando se usa para preocuparse excesivamente del futuro, angustiarse y lamentarse por el pasado, o elaborar narrativas que mantienen en pie una auto-imagen defectuosa y poco valiosa (baja auto-estima).

El lenguaje puede ser usado para hacer DESCRIPCIONES de lo que está pasando en el medio-ambiente inmediato, o bien de lo que que está ocurriendo dentro, es decir, emociones y sensaciones. Este es el uso del lenguaje más natural y espontáneo, siendo común a los niños pequeños.

El lenguaje también puede ser usado para hacer EVALUACIONES, esto es elaborar pensamientos, abstracciones y fantasías acerca de la realidad. Es precisamente esta facultad la que nos hace “adultos”, con la capacidad de operar en el mundo de los valores abstractos y símbolos. El problema ocurre cuando este uso del lenguaje se vuelve excesivo, y perdemos contacto con la capacidad básica para percibir y describir lo que está pasando en el momento.

La experiencia del presente es filtrada a través de valoraciones y evaluaciones, lo cual nos desconecta de las sensaciones corporales inmediatas, de los deseos, instintos y necesidades básicas. Se crea una especie de conflicto entre la mente y el cuerpo, lo que produce bastante sufrimiento (malestar subjetivo).

¿Qué pasaría si usáramos el lenguaje del que disponemos en una forma más parecida a como hablan los Pira-ha?

No se trata de desechar la abstracción o la ideación sobre el futuro. Más bien se trata de usarla con mesura y no en exceso. Volver a los sentidos y usar el lenguaje de una manera más descriptiva (en vez de evaluativa), puede ser una puerta hacia mayor simpleza, honestidad y felicidad.

Ejemplos de uso descriptivo de lenguaje:

“Es hora de comer” (evaluativo) versus “Tengo hambre y quiero comer” (descriptivo)

“Es buena esta película” (evaluativo) versus “Disfruté mucho cuando vi esa película” (más descriptivo)

“Esa persona es mal educada” (evaluativo) versus “Esa persona no respondió a mi saludo y sentí vergüenza y rabia” (descriptivo)

“Me siento mal” (evaluativo) versus “Siento el pecho apretado, la respiración acelerada y estoy pensando en tal y tal…” (descriptivo).

“Ya se hizo tarde” (evaluativo) versus “Ahora son las 12:00” (descriptivo)

 

En conclusión:

No pretendemos descartar el uno evaluativo del lenguaje. Estas dos posibilidades están en un espectro que va de totalmente descriptivo a totalmente evaluativo, con muchos tonos grises en el medio. La propuesta de este artículo es volverse consciente del uso que le damos al lenguaje, y dentro de las propias posibilidades, intentar dar crédito a lo descriptivo, que nos ayuda a traer de vuelta la atención al cuerpo y al momento presente, bajándonos de la nube de abstracciones e ilusiones, de regreso a los sentidos, a la experiencia actual, a la simpleza y la dicha que están disponibles aquí y ahora.

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