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¿Los Genios Nacen, o se Hacen?

El Camino de la Maestría:

Mozart, Da Vinci, Einstein, Bruce Lee, Miguel Angel, y muchos otros han pasado a la historia por tener maestría en sus disciplinas. Si su genialidad fuera de nacimiento, al resto no le quedaría más nacer de nuevo, y quizás tener más suerte en la siguiente encarnación. Afortunadamente, hay mucha investigación que sugiere que los genios se hacen, y que el talento no es tan importante para el desarrollo de la maestría como sí lo son la práctica consistente, y un compromiso extraordinario.

 

Hace poco leí un libro llamado “Maestría”, de Lord Renard. Lo recomiendo totalmente. Describe las distintas actitudes o perfiles comunes ante una nueva disciplina. El primero es el modo “aficionado”, que incursiona superficialmente, y abandona justo cuando las cosas dejan de ser tan fáciles o ya no progresa tan rápido como al comienzo. Otro perfil es el “obsesivo”, que se dedica intensivamente a la nueva cosa que está aprendiendo, pero se frustra en cuanto el progreso deja de ser tan rápido. Cuando estás recién comenzando en algo nuevo, la curva de aprendizaje es muy veloz, pero inevitablemente llegas a una “meseta”. Esto es, una fase en que aparentemente te estancas, sea en las artes marciales, un nuevo instrumento musical, pintura, deporte, tejido, idioma, etc. Esta etapa puede ser muy frustrante para el que se ha obsesionado con ver logros. En este caso, el obsesivo puede abandonar o seguir exigiéndose más allá de sus capacidades y límites, con el riesgo de dañarse o agotar sus energías, por lo que tarde o temprano abandona.

Por otro lado tenemos el modo “hacker”, que busca maximizar los resultados con el menor esfuerzo posible, buscando trucos y caminos cortos. El problema surge en la meseta, que no se puede superar con atajos. Todos estos casos muestran lo que NO es el camino de la maestría.

 

La maestría no es un estadio final, sino un modo de andar por el camino. Es una actitud o “manera de estar”, que no se mide por los resultados que se obtengan. Es la decisión de “aceptar y amar la meseta” y permanecer en ella por el tiempo que sea necesario, sin insistir en un resultado particular. Es el amor a la práctica en sí misma, aunque por meses no se vean grandes avances. Imagina que has estado practicando rigurosamente un instrumento musical, sin notar progresos. ¿cómo crees que responderías a esa situación? Si estás en en el camino de la maestría, seguirás practicando por el sólo amor a practicar. Los resultados y saltos a nuevos niveles ocurrirán por sí mismos, pero no por buscarlos directamente, sino como consecuencia natural de mantenerse consistente en la práctica.

La maestría no es algo que “se alcanza de una vez por todas y listo, ya se terminó. Ahora podemos ir a casa a mirar televisión…”

La maestría es una actitud, la de mantenerse constante en el camino y en la práctica, sin importar los aparentes retrocesos o estancamientos.

¿Cómo mantenerse constante en el camino?

 

A menudo es difícil hacer cambios, y no es porque seamos flojos o defectuosos. Es asombroso lo culpable que alguien puede sentirse por no lograr cambiar sus hábitos o rasgos de personalidad, como si el auto-reproche fuera útil para impulsar esos cambios. En realidad sólo empeora las cosas. Cambiar es difícil para todo sistema complejo; no sólo para las personas. Para que un sistema se mantenga existiendo, debe tener cualidades que permanezcan constantes (por ejemplo la temperatura del cuerpo debe estar siempre dentro de un rango muy preciso para seguir con vida). Se llama homeostasis al mecanismo que mantiene el equilibrio en como el sistema está configurado, para bien o para mal. Es por ello que un “mal hábito” tiende a mantenerse constante también. El sistema sólo quiere preservar sus parámetros.

 

Entonces ¿cómo mantengo los cambios que quiero hacer?

En una frase: teniendo en cuenta este mecanismo y actuando en armonía con él; no luchar. Esto requiere hacer una NEGOCIACIÓN con uno mismo (con esa parte que no quiere cambios). No es recomendable intentar demasiada transformación de una sola vez. Por ejemplo, si tratas de hacer un cambio muy radical de estilo de vida de un momento a otro, pronto la homeostasis hará una “fuerza contraria” para restablecer lo anterior y lo más probable es que abandones el nuevo hábito y vuelvas a lo mismo de antes.

Es clave NEGOCIAR con uno mismo, adoptando los cambios de una manera gradual, para que el sistema se adapte poco a poco a su nueva configuración. Lo más importante para instalar un hábito es la REPETICIÓN. Ya habrá tiempo para perfeccionarlo. Al prinicipio sólo debe mantenerse. Para ello es preferible que sea sencillo pero NO-NEGOCIABLE, es decir, no transar en él por ningún motivo. Cuando es sencillo no amenaza la homeostasis. Aunque no representa un cambio significativo a corto plazo, acumula sus efectos en el tiempo.

 

Una experiencia personal sobre cómo formé el hábito de escribir:

Por mucho tiempo estuve intentando instalar un hábito de escritura diaria, pero no lograba mantenerlo en el tiempo. El “hábito-no-negociable” fue la solución. Al principio, definí escribir un mínimo de 3 minutos cada día, pase lo que pase. Resultó extremadamente sencillo de mantener sin omitir ningún día, pues con sólo tres minutos era difícil crear una excusa para no hacerlo. En consecuencia, se formó el hábito, creando el momentum necesario para ir aumentando el tiempo de escritura, lo que era cada vez más necesario porque tres minutos es poco tiempo para desarrollar ideas más elaboradas en una sola sesión de escritura. La regla es que no se puede perfeccionar un hábito que no existe. Es importante que primero se instale, antes de mejorarlo. Una vez establecido el hábito de escribir, podía hacer sesiones más largas, de 10, 15, 25, 50 minutos y más.

Este ejemplo aplica para cualquier práctica que se quiera implementar. Para avanzar hacia la maestría en cualquier disciplina, permanece constante en el camino, especialmente cuando no veas progresos.

 

Fórmula para el Hábito No Negociable:

 

1- Elige un comportamiento que te acerque hacia una mejor versión de ti mismo.

2- Reduce esta conducta a su forma más simple. (intenta que sea agradable de realizar).

3- Hazlo cada día, sin excepciones por al menos 1 mes.

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